sábado, 30 de abril de 2011

Reflexiones de Montserrat a Igualada (25,7 Km)





Cuando inicio una etapa nueva y mientras recorro esa etapa, “sueño” y “canto” en el lenguaje de Machado, (Caminante no hay camino, se hace camino al andar) es decir, reflexiono sobre la verdad de la vida y de mi vida y al mismo tiempo que reflexiono, sufro, me esfuerzo y me acostumbro a vencer las dificultades del Camino, que son las de la vida, con inteligencia y con esfuerzo.

La verdadera “magia” del Camino, su sentido como “espacio simbólico”, su “carácter iniciático” está en descubrir que es un espacio de reflexión y estadio de entrenamiento donde me entreno en “comprender y vivir mi propia vida”. Es un “juego de la oca”, pero de verdad (Algún día os hablaré de la relación directa que tiene el juego de la oca con el Camino de Santiago). Por eso el Camino fue utilizado numerosas veces como rehabilitación y reinserción social de delincuentes o, como entonces se llamaban, de grandes pecadores. También como medio de educación de jóvenes nobles.

Al final el esfuerzo del peregrino, sus trabajos tienen recompensa. La Iglesia Católica, ha demostrado tener un sentido innato de lo que de verdad es la esencia del teatro, “la representación expresiva de la vida en el escenario más apropiado”. Cuando el peregrino, con su vida bien examinada en su pasado, su presente y su futuro a lo largo del Camino, llegue a la catedral compostelana que guarda las reliquias del Apóstol, lo que allí le espera es lo que él desearía encontrar al final de su vida. La Otra Vida, la Vida Gloriosa, la de verdad, la definitiva le abre sus puertas, que son las de la catedral, en el maravilloso Pórtico de la Gloria. Dentro de la catedral encontrará el perdón total, la absoluta reconciliación con Dios, con los demás y consigo mismo y, por fin, el abrazo que quiere ser definitivo del propio Apóstol.

Esta es la faceta religiosa del Camino, pero el Camino, por lo menos para mí, es poliédrico. Es la vía de comunicación donde se produce la libre circulación de gentes, de mercancías y de ideas que van y que vienen, donde se mezclan en un sano mestizaje las personas, y las ideas, en un fecundo sincretismo.

Nada hubiera sido igual en la sociedad, en la economía, en la política, en la cultura, en la civilización española y europea sin el Camino de Santiago. El Camino se dotó de una tupida red de hospitales, hospederías, iglesias y monasterios, ferias y mercados. Dos grandes órdenes religiosas, que habían nacido para la defensa y asistencia de los peregrinos que se dirigían a Jerusalén, los Templarios y La Orden Hospitalaria de San Juan, acabaron protegiendo a los peregrinos a Santiago. Y eso sin hablar de la labor en servicio a los peregrinos de personas piadosas, seglares o clérigos, de la talla de santo Domingo de la Calzada o de san Juan de Ortega.

Fueros y privilegios animaron a los europeos, peregrinos y no peregrinos, a asentarse en las poblaciones del Camino. Se fundaron así nuevas poblaciones (es ell caso de Logroño), se poblaron otras (las Villafrancas), nacieron barrios “francos” y barrios “de francos” (caso de Nájera) y los propios emigrantes abrieron negocios de hospedaje y de pequeño comercio.


El Camino europeizó la lengua en su trayecto y la ciudad también aquí se denominó “burgo”, sus habitantes “burgueses” y “burguesía” y sus calles “rúas”, por ejemplo.

Y no olvidemos la otra cara, la cara de la vida alegre, de la picaresca, del fariseísmo religioso, de la marginalidad, de la delincuencia, pequeña y grande, que también las hubo en abundancia en el Camino.

Los grandes monarcas protectores del Camino lo fueron porque frente al inmenso poder y atractivo del Islam, en el Sur, necesitaban asentar lo mejor de la cristiandad europea en el Norte, para que así sirviera de contrapeso. El Camino fue el cordón umbilical de la España reconquistada con el Mundo Libre y la Civilización Occidental, representados entonces por la cristiandad europea.
Y Europa, a su vez, no lo olvidemos, necesitaba que la muralla defensiva que al sur de los Pirineos la protegía del agresivo Islam, aguantase bien los ataques del enemigo.

La labor de los monarcas hispanos europeístas, protectores del Camino, la culminaría la Escuela de Traductores de Toledo, protegida en su fase más divulgada por el gran Alfonso X el Sabio.

Resumiendo y concluyendo. Puedo decir sin temor a exagerar que entre los siglos X y XIV, en los Caminos de Santiago que nacían en Centroeuropa y acababan en el Finisterre gallego nacieron Europa y España. Una Europa y una España, por cristianas y Occidentales, necesariamente con irrefrenable tendencia a ser seculares y laicas. Aptas para que en ellas más tarde surgiera la neta separación entre fe y razón, entre la Iglesia y el Estado; la libertad de conciencia, el liberalismo político y económico, la democracia parlamentaria, el capitalismo, la industrialización, la definitiva quiebra de la sociedad estamental y la liberación de la mujer.

Sobre la etapa de hoy que ha durado más de 5 horas, solo decir que la primera parte hasta Castelloli, me ha gustado, pero desde ahí hasta Igualada se me ha hecho pesada ya que he caminado por carretera y eso no me ha gustado mucho.