jueves, 21 de abril de 2011

Reflexiones de Artés a Manresa (20,8 Km)




Tengo que reconocer que durante la semana tengo un “mono” especial, ya que estoy deseando que llegue, en este caso el jueves, para ponerme a andar. Durante los días previos, muchas veces me encuentro a mí mismo rememorando el recorrido ya hecho y pensando en cómo será el de la próxima etapa, por lo que ahora puedo decir que El Camino tiene un enganche especial.

En cada etapa compruebo que es un periodo de tiempo donde los problemas diarios desaparecen y comienzas una nueva forma de ver las cosas, los conflictos se ajustan a los que crea el Camino y desaparecen los que existían antes y los que se piensa que sucederán después. Es un paréntesis, por lo menos en la semana.  El esfuerzo sin ser agotador es a tener en cuenta, pero también halagador, pues consigues metas físicas impensables antes de comenzarlo. Creas una distancia con la vida diaria que te hace reconsiderar muchos de los actos y vivencias realizados hasta ese momento. Por lo tanto podemos decir que El Camino es nacimiento y distancia.

Es muy corriente oír a gente que lo ha realizado que era un antes y un después. Recuerdo cuando me entró la idea de poder salir desde mi casa y en el mismo día encontrarme recorriendo el Camino. También me ilusionó la idea de cruzar España de este a oeste andando.

Hoy mientras andaba en mi onceaba etapa, entre Artès  y Manresa que ha durado 4,39 horas y he caminado durante 20,8 Km., pensaba en que no tengo prisa en finalizar esta aventura, ya que me gusta que los placeres duren y este es uno importante. Ir despacio respirando el ambiente de los pueblos y tierras que caminas es intentar vivir la realidad de las gentes que viven en esos parajes y eso me reafirma en la idea de que “mis etapas” deben ser siempre máximo de 30 Km, para ir descubriendo las maravillas que me otorga la naturaleza.

Me atrae lo poco conocido de la ruta y él encontrar muchos momentos en soledad conmigo mismo.