sábado, 30 de abril de 2011

Reflexiones de Montserrat a Igualada (25,7 Km)





Cuando inicio una etapa nueva y mientras recorro esa etapa, “sueño” y “canto” en el lenguaje de Machado, (Caminante no hay camino, se hace camino al andar) es decir, reflexiono sobre la verdad de la vida y de mi vida y al mismo tiempo que reflexiono, sufro, me esfuerzo y me acostumbro a vencer las dificultades del Camino, que son las de la vida, con inteligencia y con esfuerzo.

La verdadera “magia” del Camino, su sentido como “espacio simbólico”, su “carácter iniciático” está en descubrir que es un espacio de reflexión y estadio de entrenamiento donde me entreno en “comprender y vivir mi propia vida”. Es un “juego de la oca”, pero de verdad (Algún día os hablaré de la relación directa que tiene el juego de la oca con el Camino de Santiago). Por eso el Camino fue utilizado numerosas veces como rehabilitación y reinserción social de delincuentes o, como entonces se llamaban, de grandes pecadores. También como medio de educación de jóvenes nobles.

Al final el esfuerzo del peregrino, sus trabajos tienen recompensa. La Iglesia Católica, ha demostrado tener un sentido innato de lo que de verdad es la esencia del teatro, “la representación expresiva de la vida en el escenario más apropiado”. Cuando el peregrino, con su vida bien examinada en su pasado, su presente y su futuro a lo largo del Camino, llegue a la catedral compostelana que guarda las reliquias del Apóstol, lo que allí le espera es lo que él desearía encontrar al final de su vida. La Otra Vida, la Vida Gloriosa, la de verdad, la definitiva le abre sus puertas, que son las de la catedral, en el maravilloso Pórtico de la Gloria. Dentro de la catedral encontrará el perdón total, la absoluta reconciliación con Dios, con los demás y consigo mismo y, por fin, el abrazo que quiere ser definitivo del propio Apóstol.

Esta es la faceta religiosa del Camino, pero el Camino, por lo menos para mí, es poliédrico. Es la vía de comunicación donde se produce la libre circulación de gentes, de mercancías y de ideas que van y que vienen, donde se mezclan en un sano mestizaje las personas, y las ideas, en un fecundo sincretismo.

Nada hubiera sido igual en la sociedad, en la economía, en la política, en la cultura, en la civilización española y europea sin el Camino de Santiago. El Camino se dotó de una tupida red de hospitales, hospederías, iglesias y monasterios, ferias y mercados. Dos grandes órdenes religiosas, que habían nacido para la defensa y asistencia de los peregrinos que se dirigían a Jerusalén, los Templarios y La Orden Hospitalaria de San Juan, acabaron protegiendo a los peregrinos a Santiago. Y eso sin hablar de la labor en servicio a los peregrinos de personas piadosas, seglares o clérigos, de la talla de santo Domingo de la Calzada o de san Juan de Ortega.

Fueros y privilegios animaron a los europeos, peregrinos y no peregrinos, a asentarse en las poblaciones del Camino. Se fundaron así nuevas poblaciones (es ell caso de Logroño), se poblaron otras (las Villafrancas), nacieron barrios “francos” y barrios “de francos” (caso de Nájera) y los propios emigrantes abrieron negocios de hospedaje y de pequeño comercio.


El Camino europeizó la lengua en su trayecto y la ciudad también aquí se denominó “burgo”, sus habitantes “burgueses” y “burguesía” y sus calles “rúas”, por ejemplo.

Y no olvidemos la otra cara, la cara de la vida alegre, de la picaresca, del fariseísmo religioso, de la marginalidad, de la delincuencia, pequeña y grande, que también las hubo en abundancia en el Camino.

Los grandes monarcas protectores del Camino lo fueron porque frente al inmenso poder y atractivo del Islam, en el Sur, necesitaban asentar lo mejor de la cristiandad europea en el Norte, para que así sirviera de contrapeso. El Camino fue el cordón umbilical de la España reconquistada con el Mundo Libre y la Civilización Occidental, representados entonces por la cristiandad europea.
Y Europa, a su vez, no lo olvidemos, necesitaba que la muralla defensiva que al sur de los Pirineos la protegía del agresivo Islam, aguantase bien los ataques del enemigo.

La labor de los monarcas hispanos europeístas, protectores del Camino, la culminaría la Escuela de Traductores de Toledo, protegida en su fase más divulgada por el gran Alfonso X el Sabio.

Resumiendo y concluyendo. Puedo decir sin temor a exagerar que entre los siglos X y XIV, en los Caminos de Santiago que nacían en Centroeuropa y acababan en el Finisterre gallego nacieron Europa y España. Una Europa y una España, por cristianas y Occidentales, necesariamente con irrefrenable tendencia a ser seculares y laicas. Aptas para que en ellas más tarde surgiera la neta separación entre fe y razón, entre la Iglesia y el Estado; la libertad de conciencia, el liberalismo político y económico, la democracia parlamentaria, el capitalismo, la industrialización, la definitiva quiebra de la sociedad estamental y la liberación de la mujer.

Sobre la etapa de hoy que ha durado más de 5 horas, solo decir que la primera parte hasta Castelloli, me ha gustado, pero desde ahí hasta Igualada se me ha hecho pesada ya que he caminado por carretera y eso no me ha gustado mucho.

Lo que aprendí el 30 de Abril



Santa Cecília de Montserrat. La primera documentación del monasterio de Santa Cecília de Montserrat data del año 900. Al parecer, 45 años después ya hay un cenobio en marcha, bajo la advocación de san Pedro, santa María y santa Cecilia, pero poco tiempo después ya era conocido como monasterio de Santa Cecília. En el año 956 se consagró el templo del cenobio. Y poco más se sabe de aquel periodo. El monasterio de Ripoll era el propietario de las cuatro iglesias que había a los pies y en las cumbres de Montserrat, pero en aquellos momentos del siglo X era mucho más conocido el monasterio de Santa Cecília, donde se recogían las donaciones populares. Por ese motivo fueron varios los obispos que se lo quisieron apropiar. El abad y obispo Oliba consiguió su dominio gracias a poderosas influencias.

A partir del siglo XIV hay una especie de acuerdo entre los monjes de Santa Cecília y los de Montserrat, que se irá convirtiendo en dependencia con el paso de los años, hasta que en el siglo XVI Santa Cecília pasa a pertenecer a la abadía de Montserrat y solo queda allí algún sacerdote más los sirvientes y los labradores que cultivaban las tierras.

Durante la Guerra de la Independencia Española (en 1811 y 1812) el monasterio sufrió saqueos e incendios. Durante el mismo siglo XIX se inició su restauración, que culminó en el siglo XX.

Después de la Guerra Civil de 1936-1939 aún había vida monástica, a pesar de que la comunidad se había dispersado. Habitaba el lugar un grupo de monjas benedictinas, procedentes de diversos conventos catalanes que habían sido expoliados, pero en el año 1950 lo abandonaron para trasladarse al monasterio de Sant Benet, erigido cerca de la colonia Puig.

Actualmente sólo se conserva la iglesia del siglo XI, rodeada de varias edificaciones.

La iglesia tiene un gran interés histórico y artístico que ha quedado eclipsado como recurso turístico por la proximidad de la abadía de Montserrat. Es una espléndida obra románica de tres naves –las laterales más cortas que la central– con un crucero y tres ábsides. Una pequeña espadaña, de factura también románica, corona la construcción. El templo cuenta con dos puertas de acceso, ambas a poniente: por una se accede a la nave central y por la otra a la nave meridional. En los ábsides se puede observar la decoración de arquerías ciegas y bandas lombardas. En la parte izquierda del ábside central se conserva un pequeño fragmento de pintura mural que se ha identificado como la cabeza de un obispo, junto con unas cruces rojas.






El pueblo de Castellolí se encuentra en un lugar privilegiado, al abrigo del collado del Bruc, un escollo difícil de superar antaño. El pueblo creció bajo la protección de su castillo, documentado desde el año 961, excepcional punto de vigilancia escrutador del quehacer cotidiano de la comarca. A medida que el camino real cobraba importancia, empezaron a construirse casas en sus cercanías, motivo por el que los restos del castillo quedan relativamente apartados del núcleo actual.

Del recinto del castillo tan solo se conservan algunos paños de muralla.

El acceso al pueblo ha perdido encanto desde la construcción de nuevas viviendas y edificaciones, con un evidente contraste entre la parte nueva y la antigua. La avenida de la Unió, que cruza la población, está flanqueada por casas bajas. Al llegar a las últimas construcciones del núcleo encontramos la iglesia nueva de Sant Vicenç. En 1940, para sustituir a la iglesia parroquial, en pésimo estado, se construyó este edificio novecentista de una nave con ábside y un pórtico que precede la entrada al templo, todo él de ladrillo. Un sencillo campanario corona el edificio en su lado oriental.

Por los cerros que rodean el pueblo se encuentran diseminadas numerosas barracas de piedra seca, o barracas de viña, sencillas construcciones rurales hechas únicamente con piedra.

La ciudad de Igualada nació en torno al año 1000, en el margen izquierdo del río Anoia, que da nombre a la comarca.

El nombre de Igualada procede del latín Aqualata, que significa “donde el río se ensancha”, un río que a lo largo de la historia ha provisto de agua a las curtidurías y de energía hidráulica a los molinos. En este lugar donde se ensancha el río hubo una fortificación avanzada del castillo de Òdena, situada por detrás de la iglesia de Santa Maria, en la actual plaza de Pius XII. Sin embargo, la ciudad debe buena parte de su desarrollo moderno a la proximidad del camino real de Barcelona a Lleida.

La capital de L’Anoia es una activa ciudad industrial, especializada en los sectores textil, de la piel y del papel.

La travesía de la ciudad se alarga mucho, con toda la zona industrial y largas avenidas que se estrechan a medida que nos acercamos al centro. El paisaje urbano cambia de forma radical a partir de la plaza del Rei, presidida por la fuente de Neptuno, inaugurada en 1832 para conmemorar la llegada a Igualada de aguas procedentes del Espelt.

domingo, 24 de abril de 2011

Reflexiones de Manresa a Montserrat (25,5 Km)




Hoy era un día muy especial, pues llegaba al santuario de la Virgen de Montserrat, patrona de Cataluña el día del patrón de Cataluña. Una montaña y un santuario que conozco muy bien, ya que de joven he escalado muchas de sus cumbres y siempre al terminar, iba a dar gracias a la virgen por la buena escalada que me había dado, pero hoy he llegado como peregrino y eso tiene un significado muy especial.

Al llegar y ver la imagen, de alguna manera sentía que la Virgen me estaba esperando y más porque cuando creía que iba a encontrarla, ella me estaba mirado primero.

El camino a Montserrat ha sido una bonita vivencia de búsqueda y encuentro, ya que he caminado por un sendero “sembrado” de advocaciones de la Virgen y hoy eso era más interesante que los paisajes que me rodeaban, quizás también porque ya había transitado anteriormente por esos caminos y porqué en el día hubo de todo: Lluvia, sol, arco iris y viento.

Esta etapa, como todas las etapas ya andadas, como el camino mismo de la vida, buscamos y encontramos. Encuentro con uno mismo, encuentro con el silencio, encuentro con los peregrinos que en Montserrat siempre hay. Y esta etapa en subida y con un tiempo adverso, exigía un dinamismo constante, un querer moverse permanentemente, desinstalarse, desacomodarse.

La clave de esta etapa que acaba a los pies de la virgen, está en descentrarse, salir de uno mismo e ir al encuentro de lo que la virgen te propone y te ofrece y buscar en mi interior respuestas a:
·         ¿Dónde me encuentro?
·         ¿Hacia dónde quiero ir?
·         ¿Qué cosas me estorban para encontrarme conmigo mismo?
·         ¿Y qué cosas me dan la paz del alma?

Lo que aprendí el 24 de abril



El monasterio de Sant Benet, situado en un rellano de la montaña de Montserrat, es una abadía de monjas benedictinas, resultante de la fusión de los conventos de Santa Clara de Barcelona y Sant Benet de Mataró, formalizada en 1952.

El edificio, construido en su totalidad en ladrillo visto, es una obra contemporánea presidida por un esbelto campanario que le otorga carácter monumental. El ladrillo se combina acertadamente con la cerámica que fabrican las propias monjas.

 La comunidad actual atiende la hospedería y la tienda monástica, que ofrece trabajos de cerámica, cruces o cálices, en su mayoría de elaboración propia.



El monasterio de Santa María y la montaña de Montserrat constituyen probablemente el lugar más emblemático de Cataluña: por su singular geología, como símbolo del catalanismo y como punto de peregrinación.


Por todos estos motivos y muchos más, seguramente no hay ningún sitio mejor para iniciar el Camino de Santiago en Cataluña.

No se sabe con certeza cuándo y dónde surge la consideración de Montserrat como montaña
santa. La primera referencia documental de Montserrat que tenemos data del año 888 y da
cuenta de la existencia de cuatro capillas en la montaña sagrada.

A principios del s. xi, en el 1025, el abad Oliba de Ripoll fundó en esta montaña el monasterio
de Santa Maria. En los jardines se conserva todavía la ermita de Sant Iscle, que formaba parte del antiguo monasterio. La mayor parte de las construcciones que hoy se pueden contemplar son de los s. xix y xx y no presentan demasiado interés artístico.

El edificio más destacado es la basílica, de estilo gótico tardío muy reconstruido (la última reconstrucción es de 1996). Tiene una fachada neobarroca, terminada en 1901, que está precedida por los restos del antiguo claustro gótico. De una iglesia que se erigió aquí a principios
del s. xii solo se conserva la portada.

En la basílica se permite participar en los actos religiosos, la misa conventual y las vísperas. A menudo forman parte de los actos litúrgicos los cánticos de la Escolanía, que es una de las formaciones corales infantiles más antiguas de Europa (data del s. xii) y está integrada
por niños de entre 8 y 11 años.


Virgen de Montserrat: Se trata de un Virgen románica de una gran belleza con el Niño en sus rodillas en actitud de bendecir a todos los que se acercan a este precioso lugar.

Etimológicamente significa “ monte aserrado”. Viene del francés. Entre un mar de belleza natural, rocas , picachos y ermitas se eleva el santuario de la Virgen de Montserrat que aparece ya en el siglo IX.


Durante el tiempo de los abades Ripoll y Oliva se propagó mucho.. Este último le dio un impulso enorme a su culto. Prácticamente desde él hasta ahora sigue vigente, y miles y miles de peregrinos de Cataluña, España y del extranjero se pasan días o algunas horas orando ante la Moreneta de la Serra. Y desde entonces hasta nuestros días hay una gran expansión de esta devoción mariana.



El Papa León XIII le concedió el privilegio de que fuera la primera Virgen coronada y la nombró patrona de toda Cataluña.



El mundo de las leyendas no es ajeno a todas estas Vírgenes. Esta, por ejemplo se le atribuye a san Lucas. Dice que fue él mismo quien la labró o talló. Se trata de un Virgen románica de una gran belleza con el Niño en sus rodillas en actitud de bendecir a todos los que se acercan a este precioso lugar. Y la tradición sigue hablando acerca de quien la trajo. Unos dicen que el propio Lucas, otros que san Pedro.



Durante la invasión árabe hubo que enterrarla hasta que terminó la Reconquista.

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Se le llama Moreneta debido, según algunos autores y estudiosos, al humo proveniente de tantas velas encendidas en su honor como señales de su protección o como signo de pedirle favores o de acción de gracias.



Esta devoción montserratina no tardó en llegar a los lugares más lejanos. Los navegantes y conquistadores aragoneses y catalanes la llevaron hasta el mismo Oriente y al Nuevo Mundo.
Debido a su gran devoción hay muchas iglesias levantadas en su honor a lo largo y ancho de la geografía cristiana.



A Montserrat han acudido muchos santos desde el siglo XIII. Los reyes de España la han visitado como muestras de su fe y amor a la Señora de Montserrat. Los monjes benedictinos le dan un culto cada día. Y la coral ayuda a mantener viva esta devoción.




Todos los días se establecen en el santuario los campesinos de los pueblos próximos, que venden productos típicos de la zona, como requesón con miel, queso o pan de higos, por ejemplo.



La Santa Cueva, donde se descubrió la imagen de la Virgen, precedida del camino del Rosario, flanqueado por conjuntos monumentales modernistas. 

jueves, 21 de abril de 2011

Reflexiones de Artés a Manresa (20,8 Km)




Tengo que reconocer que durante la semana tengo un “mono” especial, ya que estoy deseando que llegue, en este caso el jueves, para ponerme a andar. Durante los días previos, muchas veces me encuentro a mí mismo rememorando el recorrido ya hecho y pensando en cómo será el de la próxima etapa, por lo que ahora puedo decir que El Camino tiene un enganche especial.

En cada etapa compruebo que es un periodo de tiempo donde los problemas diarios desaparecen y comienzas una nueva forma de ver las cosas, los conflictos se ajustan a los que crea el Camino y desaparecen los que existían antes y los que se piensa que sucederán después. Es un paréntesis, por lo menos en la semana.  El esfuerzo sin ser agotador es a tener en cuenta, pero también halagador, pues consigues metas físicas impensables antes de comenzarlo. Creas una distancia con la vida diaria que te hace reconsiderar muchos de los actos y vivencias realizados hasta ese momento. Por lo tanto podemos decir que El Camino es nacimiento y distancia.

Es muy corriente oír a gente que lo ha realizado que era un antes y un después. Recuerdo cuando me entró la idea de poder salir desde mi casa y en el mismo día encontrarme recorriendo el Camino. También me ilusionó la idea de cruzar España de este a oeste andando.

Hoy mientras andaba en mi onceaba etapa, entre Artès  y Manresa que ha durado 4,39 horas y he caminado durante 20,8 Km., pensaba en que no tengo prisa en finalizar esta aventura, ya que me gusta que los placeres duren y este es uno importante. Ir despacio respirando el ambiente de los pueblos y tierras que caminas es intentar vivir la realidad de las gentes que viven en esos parajes y eso me reafirma en la idea de que “mis etapas” deben ser siempre máximo de 30 Km, para ir descubriendo las maravillas que me otorga la naturaleza.

Me atrae lo poco conocido de la ruta y él encontrar muchos momentos en soledad conmigo mismo.

Lo que aprendí el 21 de Abril



Navarcles, el municipio menos extenso del Bages, se halla en la confluencia del Llobregat con el torrente de Calders. Vive totalmente inmerso en la órbita comercial y residencial de Manresa debido a que está a solo 8 km de la capital comarcal.

En el pueblo destaca la capilla de Sant Bartomeu, una antigua villa romana convertida en ermita. 

Navarcles también es conocido en la comarca porque posee un parque con un lago en el que se pueden practicar deportes acuáticos.




El paseo por la orilla del río ofrece, asimismo, algunas delicias arquitectónicas. Es especialmente significativo el puente Vell de Navarcles, de 121 m de longitud, por el que pasaba el histórico camino que comunicaba el pueblo con Manresa. Se empezó a construir el día de Santiago Apóstol de 1796 y las obras se prolongaron casi ocho años. Tras ser destruido durante la Guerra Civil, se reconstruyó en 1946. El edificio rojo que se puede observar al lado del puente es una antigua fábrica textil, construida en el s. xix, que aprovechaba la fuerza motriz del agua para su producción.


El monasterio de Sant Benet de Bages, uno de los más hermosos deCataluña, presenta un conjunto misterioso, íntimo y casi mágico, rodeado de una exuberante vegetación.

Su origen se halla en una fundación familiar: el Papa dio permiso a Sal·la y Ricarda, un matrimonio de la nobleza de la comarca del Bages, para crear un cenobio en estas tierras;
además, les concedió, como favor especial, que los abades fueran personas de su descendencia. El monasterio primitivo fue arrasado por una razia musulmana durante el s. xi. La iglesia y el claustro actuales se construyeron a finales del s. xii. La iglesia está formada por una nave, el ábside central, la cripta y el campanario. Allí se veneraban las reliquias de san Valentín.

El claustro es la joya del monasterio; la vegetación le da un aspecto melancólico, umbrío, sosegado. Es de tamaño mediano y forma casi cuadrada; cada galería está formada por seis arcos apoyados en columnas dobles de poca altura. Entre los capiteles románicos hay
algunos de una época anterior que han sido reutilizados; es posible que formaran parte del monasterio primitivo.

Tras la desamortización, el monasterio pasó a manos del pintor Ramon Casas, que encargó su reconstrucción al arquitecto Josep Puig i Cadafalch. En 1931 fue declarado monumento nacional, pero ello no evitó un tiempo de abandono que deterioró algunas de sus estructuras. Más tarde fue adquirido por una entidad bancaria y volvió a abrir sus puertas tras haber sido objeto de una restauración integral. El conjunto actual incluye un hotel y varias salas para convenciones y exposiciones.


El tramo del río entre Navarcles y el Pont de Vilomara es uno de los mejor conservados de todo su curso medio. El trabajo de erosión y los sinuosos meandros que describe han configurado un espectacular paisaje de riscos y acantilados poblados de exuberante vegetación de ribera (chopos, álamos y olmos).


Antes de llegar a Manresa se pasa el pequeño pueblo de Viladordis, situado al pie de la autopista, desde el que ya se empiezan a ver los edificios de la capital del Bages.


La ciudad de Manresa ha sido desde siempre un cruce de caminos que conecta la Cataluña Norte con la Península Ibérica, así como punto de confluencia de dos ríos tan importantes como el Llobregat y el Cardener.

Podríamos incluso hablar de encuentro entre las esferas celestiales y el mundo terrenal, si tenemos en cuenta que fue aquí donde san Ignacio de Loyola recibió la inspiración divina para escribir su célebre obra Ejercicios espirituales, que constituye la base del movimiento jesuita.

El tramo del Camino de Santiago que se adentra en Manresa coincide con el trazado del Camino del Abad Oliba en esta zona. Si tenemos en cuenta que Manresa también forma parte de la ruta ignaciana europea, el encuentro con algún peregrino se vuelve inevitable. De hecho, todo el mundo lo dice: Manresa está a medio camino de todas partes.

Manresa es una ciudad marcada por los momentos más destacados de la historia de Cataluña. Hay pocas ciudades catalanas con un atractivo patrimonial y turístico tan variado, ya que en ella podemos contemplar desde calles medievales hasta palacetes modernistas o fábricas que son
herencia de la primera industrialización, pasando por casas señoriales barrocas. Todo este legado se puede sentir y compartir al revivir año tras año el Milagro de la Luz en el marco de la Fira de l’Aixada, o sumergirse en la inagotable propuesta de espectáculos tradicionales de
la Fira Mediterrània. Además, se pueden recorrer el itinerario medieval, el barroco, el ignaciano o el modernista, entre otros, que nos invitan a descubrir la ciudad a pie.

Manresa es una ciudad que se identifica con su pasado y, a la vez, mira hacia el futuro. Es acogedora, vital, abierta, espiritual

sábado, 16 de abril de 2011

Reflexiones de L'Estany a Artés (23,3 Km)




Hoy no he pasado por ningún pueblo y para ver Santa María d’Olo me he tenido que desviar. Ha sido un tramo largo y solitario, pero precioso. El itinerario, casi siempre de bajada, cruzaba grandes robledos y encinares y he cruzado gran parte del Moianès, comarca natural bien definida, pese a no estar reconocida a efectos administrativos.

Nada más ponerme hoy a andar el paisaje me hace olvidar la sobredosis de asfalto y me lleva a la conclusión de que en la medida que tenemos todo, hoy, somos al parecer más menesterosos. Estamos en huída permanente y esto no atañe sólo a los "pesimistas", sino que es más bien, un fenómeno global. 

El actual momento por el que estoy pasando mientras hago el Camino de Santiago, es posible, que tenga que ver con esa búsqueda de algo que necesito, que me falta y que me es imprescindible. 

Ya con mas de 210 km andados, para mi el Camino es una "aventura de liberación y de encuentro". Es una forma distinta y sublime de turismo. El turismo siempre es búsqueda, y es gozo, incluso con las incomodidades que siempre conlleva cualquier viaje. 

Creo ser una persona equilibrada y que pisa con los pies en el suelo y aun así, siento que el Camino ya me "ha atrapado" con su estética, con sus silencios, con sus encuentros, con sus fatigas, con sus novedades; sobre todo con esa sensación de vivir un ámbito diferente a lo cotidiano, lejos de los cálculos que nos impone la vida de cada día; lejos de los hábitos, de las obligaciones, de las responsabilidades, de las estéticas monótonas de nuestros días repetidos sin relieve alguno.  Esto es para mí, el aire fresco de una dimensión liberadora. 

La etimología de la palabra "sagrado" hace referencia a lo que está apartado, "más allá de la linde", "más allá del muro"; territorio aparte donde florece la LIBERTAD y yo en cada uno de los 23,3 kilómetros que hoy he andado durante 5 horas y 11 minutos en este camino sagrado entre LÉstany y Artés me he sentido libre.


Lo que aprendí el 16 de abril



Santa Maria d’Oló El pueblo se divide en dos partes: la antigua, situada en la cima de una colina que se eleva sobre el torrente de Oló, y la nueva, al pie de la colina, con las casas casi al lado del Eix Transversal. 

La villa vieja nació alrededor del castillo de Oló, del que solo queda parte de una torre circular, en el centro del núcleo antiguo, que actualmente forma parte de una vivienda más moderna. 

Alrededor del pueblo se extienden una gran superficie forestal y varios núcleos pequeños formados por iglesias o ermitas con alguna que otra casa alrededor. Destaca la iglesia románica de Sant Feliuet de Terrassola, del s. xi, bien restaurada, así como Sant Jaume de Vilanova, una de las mejores ermitas románicas de planta circular de Cataluña, adosada al Mas Vilanova.



Los viñedos de Artés: Artés ha alcanzado renombre gracias a su producción de vinos y cavas. 

Durante la primera mitad del s. xx se desarrolló en el pueblo una industria de vinos de mesa y espumosos que le dio celebridad en todo el país. En 1996, junto con otras poblaciones de los alrededores, Artés consiguió la denominación de origen Pla de Bages para sus vinos.

Desde la parte antigua del pueblo de Artés, situada en la cima de una colina, se domina el sector oriental de la llanura del Bages, una rica zona agrícola donde los viñedos ocupan gran parte del terreno.



Artés, en el extremo oriental de la llanura del Bages, es una población conocida sobre todo por sus vinos. 

Merece la pena acercarse al núcleo antiguo de la población, donde se pueden ver las murallas de una antigua fortaleza y el viejo campanario de la iglesia parroquial de Santa Maria, documentada desde el s. x. Junto a la torre pueden observarse los restos del ábside, que seguramente merecen una mejor conservación. Debajo del pavimento de la iglesia se han hallado los cimientos de un templo anterior y varias tumbas. Las estrechas y escarpadas calles de los alrededores, que son las más antiguas del pueblo, están cargadas de historia.

domingo, 10 de abril de 2011

Reflexiones de Vic a L'Estany (21,4 Km)




¡BUEN CAMINO!

Este es el saludo de los peregrinos a Compostela.

El párroco de la iglesia de Figueras fue el primero que me dijo esta maravillosa frase.

Desear a otros que su andadura, su experiencia, su ruta, sea buena. Y deseársela a todo el mundo, la mayoría de ellos desconocidos. Y la réplica por parte de los otros… ¡buen camino!, es maravilloso ya que todos apuntando en la misma dirección: la catedral de Santiago.

Si hay alguna sensación que me preside ahora, o algunas de ellas, son el orgullo de estar en el Camino y de sentir la plenitud al haber tomado contacto con las cosas importantes, la mayoría de las veces, cosas pequeñas.

El camino es una experiencia que te permite contactar con lo que tú decides, completamente distinta de lo habitual, pues nadie te regala nada, y lo que se consigue es fruto del esfuerzo personal. No es cómodo, pero la libertad se encuentra más allá del área de seguridad. Y en el camino, y por encima de todo, uno se puede sentir muy libre.

Todo lo que te rodea genera una atmósfera de convivencia, de disfrute de la naturaleza, apreciando el viento, los sonidos o un trago de agua fresca como si fuera un extraordinario regalo del universo. Los parajes y los caminos son preciosos en muchos tramos, y la lluvia y el sol se confabulan para que vivas la naturaleza y tu propio esfuerzo desde un crisol absolutamente variado de puntos de vista.

Estás solo, pero formas parte de un todo que te trasciende, eres parte ya de un camino hollado por miles de peregrinos antes que tú y que será pisado por muchos otros después. Y sólo por el hecho de estar ahí y de entregar tu esfuerzo y tu energía, parte de tu alma ya se ha integrado en la vida de esta ruta. Mientras andas adquieres una seguridad, que te la da el hecho de pertenecer a la comunidad que peregrina. Se podría decir que es un pequeño ensayo de cómo sería el mundo si en vez del miedo y el competir, se viviera desde la confianza y el compartir. Y sinceramente, eso es muy atractivo. El camino de Santiago es un fiel reflejo de la profecía que se auto cumple: la realidad que vivo es la realidad que yo provoco a través de lo que yo creo que va a suceder; que supone una gran diferencia con la vida cotidiana de muchas personas marcadas por la resignación o la desesperanza, ya que en este caso, lo que se genera son mayoritariamente cosas buenas.

El camino te pone en contacto directo con tu cuerpo. Este ha sido el gran descubrimiento que he hecho hoy mientras andaba de Vic a L’Estany. Gracias al cuerpo puedes ser peregrino, y sobre todo gracias a pies, rodillas, piernas, hombros y riñones, que puedo decir con certeza las partes que uno exprime con más fruición. Tanto tiempo juntos, y tan poco atendidos, sin hacerles apenas caso.

He descubierto el cuerpo de nuevo, me he hecho su amigo, pero ahora la amistad es recíproca, y no como antes, solo para pedir. A partir de ahora voy a mimar a mis pies, hablaré a mis piernas, daré gracias a mis hombros e intentaré darles a todos lo mejor que tengo para su bienestar. ¿Y qué decir de mi corazón, y mis pulmones? La lista de agradecimientos no tendría fin….

No hay nada como el esfuerzo físico y el dolor para estar aquí y ahora. El presente es lo que hay, el cuerpo y la naturaleza traen continuamente nuestra atención al momento, impidiendo que el habitual parloteo mental se extralimite, como tiene a gala hacer con excesiva frecuencia. Es un volver al presente que te impide vivir más allá del ahora mismo, y que creo que es el gran reto del ser humano en pos de la felicidad.

El cubrir etapas en la peregrinación es una manera de compartimentar el acceso a la meta final. Si no se hiciera así, vería imposible hacer los 1.300 Km. a pie desde el Mediterráneo. Aquí toma plena vigencia el hecho de que un largo viaje comienza con un primer paso, y te acostumbras a ser realista con tus avances, y a aceptar los miles de pasos del camino como parte de su filosofía y aprendizaje.

El camino me va enseñado a ir paso a paso, a tomar conciencia de ellos, y que además puedo elegir con total libertad y sin condicionamientos como hacer y vivir la ruta, y lo más importante, como disfrutarla. He convertido mi ruta en un aprendizaje dinámico y pleno de disfrute, como por ejemplo el mojar mis pies en un riachuelo, parar a conversar con alguien, o a admirar un paisaje, o sencillamente oler y respirar profundamente, o desviarme y tumbarme en un prado. ¡Qué conexión con la naturaleza! Qué cantidad de árboles haciendo bóvedas de sombra en caminos rodeados del color verde, con subidas, bajadas, y el paisaje rural apareciendo a primeras horas de la mañana entre la bruma como si fuera una postal viva divisada desde lo alto de una loma.

Por todo lo que estoy viviendo, hoy siento un gran orgullo al poder decir que soy peregrino del Camino de Santiago y que hoy he estado en El Camino 4 horas y 40 minutos.

Lo que aprendí el 10 de Abril


Sentfores, también conocida como La Guixa, es una pequeña localidad situada en la parte occidental de la llanura de Vic, a orillas del río Mèder.

El castillo de Sentfores está documentado desde el 911, y la iglesia de Sant Martí de Sentfores, desde el 930. Del castillo, que se alzaba en la cima de una colina, dominando el camino hacia Santa Eulàlia de Riuprimer, apenas quedan restos, aparte de varios fragmentos de muralla. Junto a ellos permanecen los vestigios de las trincheras utilizadas en la Guerra Civil. En 1705, en el santuario de Sant Sebastià, situado en la colina homónima, al límite del término municipal, tuvo lugar el episodio histórico conocido como “la conjura dels vigatans”, en el que un grupo de ciudadanos de Vic acordó tomar partido por el pretendiente Carlos III y autorizar la firma del Pacto de Génova con las potencias europeas que lo apoyaban.



Santa Eulàlia de Riuprimer es un pueblo aislado, rodeado de montañas, donde se halló un miliario romano, señal de que por aquí pasaba una antigua vía romana. Todo indica que se trataba del itinerario que enlazaba Vic (Ausa, para los romanos) con la ruta hacia Zaragoza (Cesaraugusta).

La iglesia de Santa Eulàlia, documentada desde el s. x, fue reedificada durante el s. xi bajo los auspicios del obispo y abad Oliba. A finales del s. xvi se construyó una capilla dedicada a la Virgen del Rosario. Se restauró entre 1984 y 1987; durante la restauración se encontraron restos de las iglesias de los s. x y xi. El edificio actual es de estilo barroco y conserva en el crucero las ventanas románicas de doble derrame. El campanario mantiene, hasta el segundo piso, elementos de un campanario edificado durante el s. xii.

Por el término de Santa Eulàlia discurre un histórico camino ganadero, utilizado por los rebaños en el traslado desde los establos hasta los pastos. En concreto, la ruta que pasa por aquí conducía de los ríos Gaià y Francolí a las tierras del norte.



L’Estany se encuentra en la subcomarca del Moianès, en el Bages, en medio de una llanura bien aprovechada para el cultivo. El pueblo se halla junto a un antiguo lago, desecado en 1570 por orden del abad Carles de Cardona para evitar los focos de epidemias que conllevaba. El lago se encontraba al este de la población y todavía se vuelve a llenar en época de grandes lluvias.


Las casas de L’Estany son de piedra y constituyen un buen ejemplo de pueblo rural, casi de montaña. Es un lugar de veraneo y segundas residencias. Los visitantes se acercan a L’Estany atraídos por el buen clima y el extraordinario conjunto del monasterio románico de Santa Maria, formado por la iglesia,el claustro y un pequeño museo anexo en el que se resume la historia del
cenobio. Asimismo, la plaza que se abre delante del monasterio y las calles antiguas del pueblo mantienen un especial encanto medieval.




Los orígenes del monasterio de L’Estany deben buscarse en una antigua iglesia dedicada a santa María erigida aquí durante el s. x. En el año 1080 fue cedida a la diócesis de Vic, que establece en L’Estany una comunidad de clérigos agustinos. El monasterio empezó a decaer a raíz de un incendio, en 1395, que obligó a la comunidad a abandonar el edificio hasta 1436. En 1448, un terremoto hundió las bóvedas de la iglesia. La recuperación posterior fue lenta y nuevas circunstancias negativas afectaron al buen funcionamiento del monasterio. Finalmente, en 1775 se extinguió la comunidad y la iglesia se convirtió en parroquia del núcleo desarrollado alrededor del monasterio.


Del conjunto del monasterio se conservan la iglesia de Santa Maria, consagrada en 1133; la sala capitular, actualmente convertida en capilla del Santísimo; y el claustro. La iglesia y el claustro se comunican mediante un portal gótico (s. xvi). La iglesia, del s. xii, es muy sobria, tanto por dentro como por fuera. Tiene planta de cruz latina, consta de una sola nave con bóveda de cañón y posee un elegante cimborrio sobre el crucero. El claustro es de planta cuadrada, con diez arcos en cada galería con columnas dobles y 72 capiteles, muy bien conservados gracias a la alta calidad de la piedra utilizada. Entre los capiteles del claustro de L’Estany, que alternan representaciones religiosas y profanas, merecen especial atención los de la Santa Cena y de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.

Alrededor del claustro se encuentran otras dependencias destinadas a rectoría, biblioteca pública y museo. En el museo se conservan objetos y documentos de la larga historia local, así como restos arquitectónicos y escultóricos de las diferentes restauraciones que se han llevado a cabo.

El conjunto fue declarado monumento nacional en 1931. En 1950 y 1982 se realizó la restauración, que exigió reconstruir muchas partes importantes, sobre todo en la iglesia.