sábado, 2 de abril de 2011

Lo que aprendí el 2 de abril


L’Esquirol o Santa Maria de Corcó, indistintamente, es un típico pueblo-camino cuyo origen se remonta al s. xv junto al camino real de Olot a Vic. 

El núcleo inicial era un hostal situado en una antigua masía conocida actualmente como el Perai. Al parecer, el dueño del establecimiento poseía una ardilla (esquirol en catalán) enjaulada, por lo que el lugar no tardó en conocerse como “Hostal de l’Esquirol”. 

No obstante, hay quien interpreta el topónimo Esquirol como una deformación del término quer (‘roca’), que sería adecuado para el pueblo si se tiene en cuenta su orografía. El otro nombre del municipio, Santa Maria de Corcó, hace referencia a la antigua parroquia de Corcó trasladada al pueblo en 1743 al edificarse la iglesia parroquial. 

L’Esquirol es un pequeño centro de servicios del Collsacabra. Es un núcleo industrial más que turístico. Los visitantes suelen preferir Cantonigròs, Rupit y Tavertet, tal vez porque destilan un aire más rural. No obstante, el pueblo conserva rincones de gran belleza. Tiene calles estrechas de fuerte pendiente, sobre todo la del Pont, que cruza el torrente de Les Gorgues. Por este mismo puente ha pasado desde hace siglos el camino real de Olot a Vic. 

En el interior de la población destaca también el campanario de la iglesia, el único elemento que se conserva del antiguo edificio del s. xviii, destrozado durante la Guerra Civil.


Les Masies de Roda. Se trata de un pequeño núcleo urbano situado a un kilómetro escaso de Roda de Ter.  

La población se localiza básicamente en masías, muchas de las cuales se remontan a la Edad Media. En los alrededores del municipio hay numerosas ermitas. También están cerca el monasterio de Sant Pere de Casserres y las ruinas del castillo de S’Avellana, fortaleza de la que solo se conservan parte de los muros, una escalera y la base de una torre. El castillo de S’Avellana está documentado desde el 1067 y fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional en 1993.



Roda de Ter se halla al norte de la comarca de Osona, en la zona de contacto con Les Guilleries y justo al lado del río Ter, auténtico protagonista del pueblo. Durante muchos años, a la orilla del Ter hubo molinos de harina y de papel, que funcionaban desde la época medieval. Posteriormente, la energía del agua se utilizó también para la industria textil y fueron muchas las empresas que se dedicaron a esta actividad. 

El puente Vell cruza el Ter, majestuoso, a la vez que facilita una buena panorámica del pueblo. Aunque es probable que el origen de este puente sea romano, puede considerarse propiamente medieval, seguramente del s. xi. Por él pasaba el antiguo camino real de Olot a Vic. Se ha reformado en numerosas ocasiones a causa de las riadas, que lo han deteriorado a lolargo de los siglos. Fue reconstruido en el xix, lo que le otorgó un aspecto sumamente singular, ya que se erigió una segunda hilera de arcos sobre la original. A un lado del puente se encuentra la iglesia parroquial de Sant Pere, que tiene sus orígenes en una antigua iglesia de Santa Maria, llamada del Cap del Pont. Al otro lado del puente se eleva la capilla del Sòl del Pont, construida en el s. xviii, que acoge la imagen de la Virgen del Sòl del Pont, patrona de la población.



Vic, la capital de Osona, es una ciudad situada en pleno corazón de la llanura. Es el centro de las actividades comerciales y culturales de la comarca.

Sus orígenes se remontan al s. iv a. C., cuando fue fundada por los iberos. Con la dominación romana,su importancia fue en aumento. En el s. ii se tiene constancia de la construcción de un templo en el punto más elevado de la ciudad. Tras ser dominada por los árabes, la población fue destruida en 826. La nueva Vic se desarrolló alrededor de la catedral, el castillo y el Mercadal. La ciudad, sede de un importante obispado, fue creciendo, de la mano del abad Oliba, dentro del recinto amurallado. Posteriormente, el momento de máximo esplendor de la localidad coincidió
con la puesta en marcha del Seminario y la Universidad Literaria de Vic. Jaume Balmes, Antoni Maria Claret y Jacint Verdaguer, entre otros, estudiaron en el Seminario.

Vic posee un magnífico centro histórico, actualmente convertido en zona peatonal, que aún conserva la estructura medieval y alberga un amplio conjunto de edificios de interés artístico y arquitectónico.

Merece la pena dedicar un tiempo a conocer un poco lo que la ciudad ofrece al visitante. La plaza Major o del Mercadal, centro neurálgico del municipio, es una de las plazas porticadas más extensas y hermosas de Cataluña, con numerosas casas barrocas y renacentistas. Es recomendable visitar Vic en martes o sábado para vivir el espectáculo de su mercado. Muy cerca de la plaza se encuentra la Casa de la Ciutat (Ayuntamiento), que tiene su sede en un edificio gótico de 1388.

En los alrededores de la plaza Major hay varios edificios religiosos, como la iglesia y el convento de Santa Teresa, la iglesia barroca de Sant Felip, la de Els Dolors o la de la Pietat. El edificio religioso más importante de Vic es la catedral de Sant Pere. A principios del s. xi, el obispo Oliba consagró una primigenia catedral de planta románica y tres naves que se terminó de construir en el 1064. En el s. xiii se modificó y en el xviii fue derruida para construir la catedral actual. Del templo primitivo solo sobrevivieron la cripta (redescubierta en 1943) y el campanario. El edificio actual es el resultado de siglos de transformaciones. Su exterior se presenta neoclásico, a excepción del campanario y la cripta, que son de estilo románico lombardo. En el interior se encuentra el retablo mayor en alabastro, del s. xv, dedicado a la Virgen y a san Pedro, obra de Pere Oller. Es interesante destacar las pinturas murales de Josep Maria Sert que representan escenas evangélicas y que datan de 1930. También es destacable la capilla barroca de Sant Bernat. Adosado al muro de la nave se abre el claustro gótico, del s. xiv, en el que destacan los grandes arcos con arabescos. El claustro alberga el panteón de Jaume Balmes (1810-1848), hijo de la población. A pocos metros de la catedral se halla el Palacio Episcopal, en el que destaca la sala de sínodos, que contiene los retratos de los obispos de la diócesis de Vic.