La
etapa de hoy me ha servido para encontrar y disfrutar de la diversidad del
paisaje, de la soledad y de la compañía, encontrar mi propio ritmo, a veces
ligero y en ocasiones lento, conseguir objetivos, llegar a las metas, aceptar
las contrariedades, descubrir a redescubrirme y pensar que hasta que mis ojos
puedan contemplar la majestuosa catedral de Santiago y la imagen del Apóstol en
el Pórtico de la Gloria, tengo que que cubrir largas y duras etapas y atravesar
paisajes muy diferentes en diferentes estaciones del año.
En
esta etapa me han acompañado las oraciones de personas que me han solicitado
que mientras caminase, pidiese al Apóstol para que se cumpliesen sus
peticiones. Debo reconocer que no se si yo seré un buen embajador de sus rezos,
lo que sí que puedo decir, que le he pedido al apóstol Santiago para que haga
esos milagros a esas personas y quizás por el hecho de que no le he pedido nada
para mi, pues el ya sabe lo que necesito, se obren los milagros y en el
supuesto de que sólo desee concederme uno, que se lo haga a la persona que más
lo necesite.
La
leyenda dice que el peregrino debe depositar una piedra a modo de deseo que
debe haber portado previamente y los deseos que yo hoy portaba eran piedras.
Con el paso del tiempo se forman montones de piedras y el dejar los deseos
simbolizados en una piedra, te conecta un poco con los miles de peregrinos que
han pateado el lugar.